Tengo una amiga que fue anoréxica. Su nombre es Elena. Ella era una chica muy buena y divertida. Era un poco gordita pero a todos le daba igual porque era un Sol. Un día cuando caminaba por la calle vio un chico muy guapo y se enamoró de él. No pudo parar de mirarlo en los ojos pero de repente él le dijo: “No me mires así, gordita. Con tus kilógramos nunca podrás tener alguien como yo.” Entonces Elena se puso muy triste. Prometió a sí mismo enflaquecer obligatoriamente.
Empezó con unas dietas muy estrictas, comiendo solo frutas hasta que paró comer por completo. Sus padres y sus amigos se preocupaban mucho, le decían que tenía que comer, que estaba flaquísima pero lo que ella veía en el espejo era una chica gorda. En realidad ella parecía un cadáver, con la piel pálida y los ojos…como muertos. Pronto perdió sus amigos, su madre lloraba cada noche pensando que su hija iba a morir.
Un día Elena perdió el sentido y la llevaron al hospital. Allí le pusieron unos aparatos para que la sostengan viva. Ella apenas respiraba. Entonces Elena se dio cuenta qué estaba haciendo con su cuerpo. Decidió volver a la normalidad. Empezó a comer y a alegrarse de la vida que tenía. Volvieron también las chiribitas en sus ojos. Ya estaba feliz y contenta con lo que era y nadie podía cambiar eso.
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