El Perro y El Trozo de Carne
Había una vez un perro muy glotón que siempre estaba buscando entre las basuras y los desperdicios a ver si encontraba algo de comer.
También rondaba por los mercados y las casas de comidas, menenado el rabo y ladrando a la gente para que le tiraran un hueso o un mendrugo de pan.
No solía conseguir gran cosa de esta manera, pero un día se encontró con un hermoso trozo de carne, grande y jugoso.
al principio no dio crédito a sus ojos, pensó que se trataba de una visión...¿quién podía haber abandonado aquel maravilloso pedazo de carne?
se abalanzó por fin sobre el suculento manjar, lo asió con sus dientes, notando que era real, que no estaba soñando y verdaderamente tenía en la boca el más delicioso de los bocados y, temiendo que alguien se lo fuera a arrebatar, se marchó corriendo en busca de un lugar donde saborearlo a gusto.
al pasar junto a un estanque, miró de reojo hacia el agua y cuál no sería su asombro al ver junto a la superficie, como flotando a pocos centímetros de profundidad, otro trozo de carne tan grande y apetitoso como el que llevaba en la boca.
No era posible que en un mismo día aquel milagro sucediera dos veces seguidas: otro pedazo de carne igual...¡no, más grande y jugoso todavía! el perro se quedó muy quieto, como hipnotizado, mirando fijamente el agua, y cuanto más miraba más se convencía de que el otro pedazo de carne era mejor que el suyo. Creyó ver que otro perro lo llevaba entre sus dientes, del mismo modo que él llevaba su bocado. Y pensó entonces que no debía resultar difícil obtener para sí aquel trozo de crane que lo incitaba desde el estanque.
Entonces se dijo a sí mismo que debía ser astuto y obrar con inteligencia para llevar a cabo su plan.
Fue acercando el morro poco a poco al agua, y cuando estuvo a pocos centímetros de la superficie no pudo aguantar más y abrió la boca para agarrar la carne que veía flotar en el estanque. Naturalmente, al abrir la boca se le cayó al agua el trozo que llevaba, y el otro también desapareció, pues no era más que el reflejo del primero en la tranquila superficie del estanque.
A veces, para perseguir una ilusión sin fundamento, descuidamos lo que ya tenemos y acabamos quedándonos sin nada. Como dice el refrán: "vale más pájaro en mano que ciento volando"
sábado, 14 de noviembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario